DS1: Rebelión en la granja

 ¿Cuando una granja se convirtió en el reino de tortura perenne que ejerció sobre el una pesadumbrez interminable?

Bueno, ahí estaban ellos. El grupo de personas bien conocidas y estimadas. Largo rato de conocerlas y múltiple gama de pensamientos dirigidos hacia ellos. La familia. Pero que empezó a suceder. Había un intruso en el lugar.

Este intruso fue insertado por su mente. Le valieron dos vistazos para que las lágrimas saltasen de sus ojos. Qué veo, Dios mío.

Un tesoro de las profundidades del mar. Una atenea olímpica en contrapicada mientras la luz cae por las paredes crisofantinas de aquel lavatorio celestial. Este intruso se encontraba ataviado con un sencillo vestido estampado, que contrastaba demasiado con la escena polvorienta y granjeril, oscura, metálica y herrumbrosa que había. En ese instante el encontró su perdición, pues su cerebro, su instinto, su hombría comenzó a manifestarse en el entorno que hasta ese momento había sido de juego y esparcimiento.

Entonces comenzaron los juegos, Alguien debía atrapar a alguien. Las personas queridas hicieron lo suyo, no hacía falta que se les repitieran las instrucciones, Instrucciones que parecían no provenir de ninguna parte, mas bien, motivadas, impulsadas por el deseo  constante de eludir la realidad y vivir hedonistamente por una noche. El formaba parte del juego y ella tambien. De pronto, los ojos de ella se posaron sobre alguien que hasta ese momento, no había formado parte del escenario principal. Esto era un acto de rebelión contra el. ¿Que tenía el antagonista de diferente del protagonista? ¿Porque tenía ella que de pronto, caer prendada del carisma mediocre del antagonista? El antagonista solo aparece como parte de un contexto; no de un subtexto, y esto es algo que el protagonista no entendía. No entendía porque el mundo no estaba accionando y reaccionando como el esperaba, como  su corazón y su amigdala esperaban. Solo entendia que el ya había pasado a segundo plano para la mente de aquella "dedidad caída del cielo".

Siguió el juego, hubo persecuciones y demás hechos lúdicos. El intercambio entre el y el intruso fue breve pero amigable. Amable, tolerante, sin ningún brillo especial que emanara de aquella radiancia. Pasaron las horas, y el antagonista ya no estaba. Ella seguía pareciendo disfrutar de la tarde, en compañía de el protagonista. Pero vaya, de pronto, aparece el antagonista de imprevisto como parte del juego, en una acción despropósita y desinteresada. El intruso rápidamente saludó al antagonista y le plantó un beso breve pero ardiente de saludo en los labios. El antagonista sonrió complacidamente, mientras el intruso rodeaba con sus brazos el cuerpo carismático del antagonista. El protagonista de pronto sintió un a fuerza aplastante hacia el piso. Sus mejillas estaban llenas de tierra; sus manos, sintieron el sabor del seco polvo y excremento del piso. Gimió, pues el golpe había dolido y ahora estaba derrumbado en el piso, al parecer, la fuerza narrativa de Dios había querido que el protagonista fuese derribado por la gente que el estimaba. El al parecer era el próximo objetivo de la persecución, y esta ya había llegado a su fin. Su orgullo estaba en el piso, había perdido el juego sin haberlo comenzado. Sintió furia pero principalmente, sintió frustración por la derrota y la supuesta rebelión del antagonista y el intruso. El antagonista le tendió la mano. El tuvo que aceptarla, pues hubiera sido descortés ignorar su ayuda. El intruso siguió prendado del antagonista, adorando y alabando cada parte de su excelsa persona. El protagonista, herido por lo que supuestamente le pertenecía, decidió simplemente desaparecer y borrarse de aquella escena, mientas su existencia se desvanecia, la marca de aquellas derrotas permanecería, triunfante en el oscuro devenir de los acontecimientos.


 


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